De granja, campero o industrial. Aunque parezca mentira, la diferencia va mucho más allá del precio y el color.
Comprar pollo de corral o de granja industrial. Probablemente te hayas enfrentado a esta decisión en varias ocasiones. Una bandeja de carne blanquecina frente a otra de color amarillo intenso luchan por hacerse un hueco en tu carro de la compra mientras tú te preguntas si la diferencia va mucho más allá del color.
A decir verdad, la alimentación que reciben estos animales y la considerable diferencia de precio entre ambos no son las únicas diferencias. El pollo de corral, generalmente, es de sabor más intenso, carne más consistente y menos grasa; mientras que el de granja industrial es de carne tierna, algo más grasa y blancuzca. Pero, ¿A qué se debe tanta diferencia? Todo empieza con la denominación. Para que el pollo sea considerado de granja, ha de ser criado en espacios mucho más amplios que en los que los de granja industrial son criados. Generalmente, las razas utilizadas para la cría industrial son de estructura ósea, color y plumaje uniformes, de rápido crecimiento y engorde; mientras que los de corral -o camperos- son más esbeltos, de plumajes variopintos y carne que varía de tonalidad según la alimentación recibida. El pollo de corral Campero Valles del Esla presentan un crecimiento lento y armónico. Éstos, son sacrificados a los 3 meses de edad, mientras que el industrial está listo para ser sacrificado a los 45 días. Este mes y medio extra es otro de los factores que hace que la carne sea más madura y por lo tanto de mayor calidad. Otro de los factores fundamentales para ser considerado de corral o campero es el método de cría. Mientras que los pollos industriales crecen hacinados en naves (con 10-15 animales por m2) y son alimentados con piensos los pollos de corral crecen en semi-libertad (pueden salir al campo y hay una media de 2 animales por m2) y se alimentan principalmente de cereales como el maíz, la cebada o la alfalfa. Ésto no sólo repercute directamente en las cualidades organolépticas de la carne, también influye en el estrés que ha recibido el animal y, por lo tanto, en la calidad de vida de éste. La cría intensiva en espacios reducidos suele derivar en la contracción por parte de los animales de enfermedades infecciosas que han de ser tratadas con antibióticos, en muchas ocasiones administrados de forma preventiva como aditivo en piensos. Si bien no se ha demostrado su impacto directo en la salud humana a la hora del consumo, sí altera al animal, que sufre de mayor estrés y por lo tanto deriva en carnes más duras o, de lo contrario, sin consistencia, mocosas e insípidas.
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
|