Una visita a Ise Jingu, el lugar más sagrado de Japón, los aposentos de la diosa Amaterasu; reponer fuerzas en Okage Yokocho y Oharai Machi, hogar del Ise Udon y el akafuku mochi; una experiencia entre sirenas de carne y hueso; o descubirir el origen de la industria perlera moderna en la isla de Mikimoto, y disfrutar del frescor de la ostra de Matoya, son algunos de los muchos planes que pueden realizarse en la región más espiritual y gastronómica de Japón, la Prefectura de Mie. A todas ellas se suma una de las actividades favoritas de las familias de la zona, que se acercan a los campos de fresas en los que, por 1.300 yenes (12 euros al cambio), pueden recoger y comer cuántas quieran durante 90 minutos. Estos invernaderos están gestionados por la JA, la cooperativa agrícola japonesa, que tiene como misión mejorar las prácticas agrícolas del lugar y el estilo de vida de los agricultores. Lo hacen mediante la compra-venta conjunta de material y producción, a través de instalaciones de uso compartido, en las que se alojan, entre tantas otras, las producciones de tres especies de fresa muy singulares: |
La perla roja
La región de Shima cuenta con una importante cultura ostrícola basada en la producción de perlas. Esta fresa, debe su nombre precisamente al brillo del nácar, comparable al que desprende el exterior rojo carmín de la fresa. Tersa al morder, deja al descubierto un interior rojo de la misma intensidad que el exterior, de gran acidez, que deja paso a un ligero y gradable dulzor.
Kaorino
La fresa Kaorino -fragancia refinada- debe su nombre al afrutado y fresco aroma que desprende. Esta especie, fue desarrollada a partir de la selección de semillas por el Instituto de Investigación Agrícola de la Prefectura de Mie. Su cría comenzó en 1990 a partir de los cruces continuados de 8 variedades diferentes y está diseñada para resistir diferentes enfermedades y, en especial, la del ántrax.
La fresa Kaorino se distingue por su fruto de gran tamaño, jugosidad, ligera acidez e intenso dulzor. Su exterior es de un rojo brillante, similar al de la red pearl, y es de interior blanco. Su sabor, especialmente intenso, se asemeja en cierta medida al del plátano, algo que nos sorpendió gratamente durante nuestra visita a las instalaciones en Mie.
La fresa Kaorino se distingue por su fruto de gran tamaño, jugosidad, ligera acidez e intenso dulzor. Su exterior es de un rojo brillante, similar al de la red pearl, y es de interior blanco. Su sabor, especialmente intenso, se asemeja en cierta medida al del plátano, algo que nos sorpendió gratamente durante nuestra visita a las instalaciones en Mie.
Fresa Yotsuboshi
Es en estos mismos invernaderos donde, desde hace relativamente poco, podemos encontrar la nueva variedad que el Instituto de Investigación Agrícola de Mie ha desarrollado en conjunto con instituciones de Kagawa, Chiba, Kyushu y Okinawa. Su madre es la fresa Kaorino, de la que hereda la resistencia a las enfermedades como el ántrax.
Es en estos mismos invernaderos donde, desde hace relativamente poco, podemos encontrar la nueva variedad que el Instituto de Investigación Agrícola de Mie ha desarrollado en conjunto con instituciones de Kagawa, Chiba, Kyushu y Okinawa. Su madre es la fresa Kaorino, de la que hereda la resistencia a las enfermedades como el ántrax.
Es en estos mismos invernaderos donde, desde hace relativamente poco, podemos encontrar la nueva variedad que el Instituto de Investigación Agrícola de Mie ha desarrollado en conjunto con instituciones de Kagawa, Chiba, Kyushu y Okinawa. Su madre es la fresa Kaorino, de la que hereda la resistencia a las enfermedades como el ántrax.