
Migrañas, sudores, taquicardia, sensación de hinchazón en la boca... Son algunos de los síntomas del China Restaurant Syndrome o Síndrome del Restaurante Chino, ocasionado por una ingesta excesiva del potenciador del sabor Glutamato Monosódico, GMS para los amigos y E-621 en nuestras despensas.
Los síntomas del China Restaurant Syndrome fueron descritos por primera vez en el New England Journal of Medicine por el doctor Robert Homan. A causa del aumento de pacientes en los hospitales afectados por...
Los síntomas del China Restaurant Syndrome fueron descritos por primera vez en el New England Journal of Medicine por el doctor Robert Homan. A causa del aumento de pacientes en los hospitales afectados por...
... El GMS que se utilizaba (y se sigue utilizando) de forma masificada en los restaurantes chinos del país. Y que hoy en día se ha convertido en un elemento "indispensable" de la "cocina" molecular que entre tantos otros aditivos contamina a sus comensales.
Jörg Zipprick, en su libro ¡No quiero volver al restaurante!, nos explica que "el glutamato monosódico [...] es mucho más barato que todos los ingredientes frescos que un buen cocinero necesitaría para obtener un empalagoso sucedáneo de aroma, y muchas veces los consumidores regulares prefieren el sabor del glutamato al aroma natural. Sin glutamato, muchos platos precocinados resultarían de hecho tan ínsipidos como por la calidad y lo selecto de sus ingredientes deberían de parecer." Que por cierto, hoy tras comerme un sandwich de máquina se me ha ocurrido mirar los ingredientes entre los que, por no tanta sorpresa, aparecía nuestro amigo el GMS. Me gustaría probar a que sabrían esos sándwiches si ya son insípidos de por sí llevando un cóctel de potenciadores del sabor....
Varios científicos cómo Konrad Beireuther (catedrático de la Universidad de Heidelberg) de los que Jörg Zipprick toma sus palabras prestadas aseguran que "el glutamato monosódico es veneno para las neuronas. Una toxina que también podría producir la aparición del parkinson y el alzheimer". Y no sólo ésto, el GMS también es el motivo ya no tan secreto por el que hoy en día los ataques de epilepsia, el asma, el exceso de grasa e incluso los tumores hayan ido en aumento.
Cada uno con su opinión, personalmente he empezado a evitar el consumo de todo aquello que lleve E-621 en su etiqueta. La cocina molecular por la que siempre me he sentido atraído se convertirá en un de vez en cuando (1 vez cada 50 años) en mi dieta (de todo hay que probar) tras saber que los aditivos que se usan en ella superan los límites establecidos por la Unión Europea en la Industria Alimentaria.
Si queréis saber más os animo a adquirir el libro de Jörg Zipprick en el que argumenta en contra de la cocina molecular y, sobre todo, arremete contra El Bulli, "templo de los químicos". Pero, por romper una lanza a favor de ésta clase de cocina me gustaría añadir que es un tipo de gastronomía que debe consumirse de vez en cuando, está bien saber sus componentes, que no son precisamente saludables ni buenos para la salud y que precisamente van en contra de la principal función de la cocina: nutrir; pero cómo todo, hay que probarlo alguna vez en la vida y consumirse de forma moderada. Al fin al cabo, el tabaco y el alcohol también matan. Si queréis contrastar opiniones os animo también a leer Comer sin miedo (libro que en breve empezaré y comentaré en el blog...) de J.M. Mulet, argumentando a favor de la química alimentaria.
Jörg Zipprick, en su libro ¡No quiero volver al restaurante!, nos explica que "el glutamato monosódico [...] es mucho más barato que todos los ingredientes frescos que un buen cocinero necesitaría para obtener un empalagoso sucedáneo de aroma, y muchas veces los consumidores regulares prefieren el sabor del glutamato al aroma natural. Sin glutamato, muchos platos precocinados resultarían de hecho tan ínsipidos como por la calidad y lo selecto de sus ingredientes deberían de parecer." Que por cierto, hoy tras comerme un sandwich de máquina se me ha ocurrido mirar los ingredientes entre los que, por no tanta sorpresa, aparecía nuestro amigo el GMS. Me gustaría probar a que sabrían esos sándwiches si ya son insípidos de por sí llevando un cóctel de potenciadores del sabor....
Varios científicos cómo Konrad Beireuther (catedrático de la Universidad de Heidelberg) de los que Jörg Zipprick toma sus palabras prestadas aseguran que "el glutamato monosódico es veneno para las neuronas. Una toxina que también podría producir la aparición del parkinson y el alzheimer". Y no sólo ésto, el GMS también es el motivo ya no tan secreto por el que hoy en día los ataques de epilepsia, el asma, el exceso de grasa e incluso los tumores hayan ido en aumento.
Cada uno con su opinión, personalmente he empezado a evitar el consumo de todo aquello que lleve E-621 en su etiqueta. La cocina molecular por la que siempre me he sentido atraído se convertirá en un de vez en cuando (1 vez cada 50 años) en mi dieta (de todo hay que probar) tras saber que los aditivos que se usan en ella superan los límites establecidos por la Unión Europea en la Industria Alimentaria.
Si queréis saber más os animo a adquirir el libro de Jörg Zipprick en el que argumenta en contra de la cocina molecular y, sobre todo, arremete contra El Bulli, "templo de los químicos". Pero, por romper una lanza a favor de ésta clase de cocina me gustaría añadir que es un tipo de gastronomía que debe consumirse de vez en cuando, está bien saber sus componentes, que no son precisamente saludables ni buenos para la salud y que precisamente van en contra de la principal función de la cocina: nutrir; pero cómo todo, hay que probarlo alguna vez en la vida y consumirse de forma moderada. Al fin al cabo, el tabaco y el alcohol también matan. Si queréis contrastar opiniones os animo también a leer Comer sin miedo (libro que en breve empezaré y comentaré en el blog...) de J.M. Mulet, argumentando a favor de la química alimentaria.
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