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No quiere dar más detalles, menos aun dar pistas sobre su ubicación. Pretende que su faraónico proyecto sea convertido en un atractivo hostelero y turístico que atraiga visitantes a la capital bizkaina con el único propósito de ir a comer en él que, por cierto, pretende abrir en febrero del año que viene. Un "necesario" pero triste adiós a uno de los referentes gastronómicos bilbaínos que dará la oportunidad a nuevas generaciones de adoptar y transformar el que un día fue el Etxanobe que tras su cierre saldrá a concurso público tal y como ha informado el director del Palacio Euskalduna, Andoni Aldekoa.
Nos preguntamos... ¿Es esta la estrategia de Fernando Canales para salir del estancamiento y lograr así el firmamento completo de la Michelín?
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