La columna | Sin gambas en la lengua |
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El miércoles 14 la patronal, Hostelería de España, daba a conocer los galardonados en los Premios Nacionales de Hostelería 2020. Para sorpresa de nadie, Ferrán Adrià, el chef José Andrés o la Basque Culinary Center han sido la cabeza de cartel de unos premios que carecen de la misma originalidad que los comunicados de prensa de la institución acerca de la situación de la hostelería frente al Covid-19.
En esta ocasión, los premios de este año iban destinados a reivindicar la valentía, esfuerzo y dedicación de un sector que se ha visto gravemente herido por la crisis sanitaria que estamos viviendo. El confinamiento de marzo, las medidas restrictivas para frenar el virus y las 'escasas' ayudas han llevado casi a la ruina a la hostelería; que ya sufría de por sí grandes problemas estructurales y sistemáticos, que hacían tambalear la sostenibilidad del sector desde mucho tiempo antes de que el coronavirus irrumpiera en nuestras vidas. Lejos de entrar a valorar si las nominaciones de este año son justificables o no, lejos han quedado de satisfacer ese objetivo de reconocimiento, al dejar, una vez más, al pequeño hostelero en pie de trinchera, fuera de todo reconocimiento. Una vez más los galardones han ido destinados a grandes personalidades y corporaciones como Gallina Blanca -colaboradores de la organización-, la Basque Culinary Center por su labor formativa, o para el chef José Andrés, nominación mercida por el trabajo desarrollado por su ONG, World Central Kitchen. no sólo durante la crisis del Covid, sino también por su actuación solidaria a nivel internacional. A medida que avanzo en la lista y leo de nuevo el nombre de Ferrán Adrià nominado, otra vez, por su labor de internacionalización de la gastronomía española, me pregunto cuantas veces hará falta reconocerle aquella importante labor acometida hace más de una década, ya inherente a su figura y proyección internacional. Mayor ha sido la labor divulgativa llevada a cabo los últimos años intentando plasmar el conocimiento gastronómico global en una colección enciclopédica como es la Bullipedia. Mientras el bar de la esquina lucha por poder pagar los impuestos y la cuota de autónomos, el restaurante de barrio cuenta los días hasta poder sacar del ERTE a sus empleados y la taberna que nos alegra las tardes y desahoga después del trabajo se ve en la obligación de cerrar la persiana indefinidamente, Agatha Ruiz de la Prada es premiada por diseñar colecciones de uniformes, delantales y complementos que el pequeño empresario jamás podrá permitirse. |