Al norte de Marruecos, de cara el atlántico, nos encontramos con una aldea fundada por los fenicios, conquistada por Cártago, reconquistada por los árabes y vuelta a conquistar por portugueses. Durante toda su historia fue punto de encuentro de comerciantes romanos, españoles, y siendo capital de la ruta del oro sahariano. Tras la derrota de Portugal a manos de los árabes pasó a ser fortaleza española, y, finalmente, devuelta a Marruecos. Un lugar idóneo para disfrutar de la gastronomía costera marroquí. |
Si llegas para la hora de comer espera un momento, no entres todavía a la muralla que desde fuera parece de piedra pero por dentro es un paraíso de arcilla blanca, frente al mar y en el puerto se encuentran varios restaurantes, originales marroquíes y que no están enfocados al turista dónde disfrutar de un delicioso tajin de pescado, o sus diferentes pescados a la parrilla, plancha o a la romana. Subiendo la cuesta que da acceso a la medina encontrarás un restaurante irreconocible por sus mesas rodeadas de gato dónde el cuscus es insuperable. Elaborado de forma tradicional y con todos sus condimentos fue el mejor cuscus que he nprobado en mi vida.
Entra a la muralla y callejea por todos sus pequeños negocios artesanales o visita una de sus infinitas galerías de arte privadas y personales. Verás decenas de murales pintados por los artistas locales sobre el lienzo en blanco que son sus paredes, literalmente. Acércate al mar, el blanco de sus murallas se funde con el azúl del imponente océano atlántico, que en marea baja deja a la luz durante pocas horas infinidad de playas aún vírgenes, deseando que los niños del pueblo bajen a ellas a jugar por primera vez.
En el punto más oriental de la ciudad, la muralla sale al mar, jóvenes y turistas se lanzan juntos al mar y nadan hasta las playas cercanas al brazo de la fortaleza portuguesa. ¡Pero cuidado! Las mareas suelen ser potentes en esta zona, es recomendable saltar cuando veas a los locales saltar, pues ellos saben en qué momento el océano está tranquilo, y cuando la marea es lo suficientemente alta como para no golpearte con las rocas que abajo se sitúan.
En el punto más oriental de la ciudad, la muralla sale al mar, jóvenes y turistas se lanzan juntos al mar y nadan hasta las playas cercanas al brazo de la fortaleza portuguesa. ¡Pero cuidado! Las mareas suelen ser potentes en esta zona, es recomendable saltar cuando veas a los locales saltar, pues ellos saben en qué momento el océano está tranquilo, y cuando la marea es lo suficientemente alta como para no golpearte con las rocas que abajo se sitúan.
Con un poco de suerte encontrarás a una anciana sentada mirando al mar con todo el instrumental necesario para hacerte un tatuaje de henna por pocos euros. O si quieres ser creativo siempre puedes comprarte tu propia jeringuilla y el polvo de henna en la medina por mucho menos de 10€ (100 dirham). De todas formas os recomendamos que tanto si os hace la anciana el tatuaje como sí compráis el material vosotros mismos, la henna sea de color azúl, pues con las altas temperaturas que se alcanzan en verano (en el mes de julio soportamos máximas mayores a los 50ºC) los tatuajes de color negro absorben el calor y producen graves quemaduras en la piel, pudiendo incluso reaccionar con la henna y presentar alergía a éste ungüento en futuras ocasiones. Podréis llegar en avión aterrizando en el aeropuerto de Tánger, pues está a menos de 50Km de la ciudad; e incluso en ferry desde Algeciras o Gibraltar. |
Vuela a Marruecos con EasyJet: http://goo.gl/eMBBFY